Qué son las rabietas, y qué podemos hacer para evitarlas

Uno de los motivos de consulta más frecuentes de los padres son las rabietas de los niños. Os preguntáis por qué vuestros hijos se enfadan tan a menudo y qué podéis hacer para evitarlo.

Las rabietas aparecen y mantienen debido a tres factores: pautas educativas inadecuadas, ambiente familiar y las características propias del niño.

Cuando hablamos de pautas educativas, estamos hablando de la forma en la que los padres os relacionáis con vuestros hijos. Aunque la mayoría de las veces lo hagáis de manera inconsciente, suelen repetirse formando un patrón.

A veces, por desconocimiento, estas pautas son inadecuadas provocando la aparición de las rabietas.

Uno de los errores más comunes que se suelen cometer en este aspecto es la incoherencia, es decir, que vuestro hijo pueda transformar un “no” en un “sí”, en el momento que él vea que, con gritos, golpes, llanto; puede transformar un “no” puedes ir al parque, en un “sí” puedes, ellos harán una asociación muy peligrosa. Ellos verán el poder que tienen en vosotros e intentarán repetir este comportamiento. Mientras más resultados obtengan serán más frecuentes, más intensos y durarán más en el tiempo.

La ausencia de normas favorece la aparición de este tipo de comportamientos. Es fundamental que haya unas normas en casa. Con ellas, vuestros hijos sabrán que se espera de ellos e intentarán adaptar su comportamiento a vuestras demandas, con la intención de agraciaros y ser reforzados. Las normas tienen que estar muy bien definidas, que sean claras, para que no haya confusión.

En el momento que existen normas en la casa, tiene que haber consecuencias, sino de nada sirven estas normas. Además, las consecuencias se tienen que cumplir siempre, no sirve a veces sí, a veces no. En caso de que se hiciera así, vuestros hijos se arriesgarían a no cumplir las normas, porque si a veces no hay consecuencia, merece la pena intentarlo.

A veces sucede, que los padres, que sois el faro en el que se fijan vuestros hijos, no sois congruentes entre lo que le decís a vuestros hijos y lo que hacéis. No se les puede decir que no estén todo el día con la Tablet, si vosotros también estáis todo el día con el móvil. Hay que ser congruentes, ser el modelo que ellos necesitan.

Vuestros hijos necesitan por necesidad biológica vuestra atención, y la van a buscar de una forma u otra. Si no le reforzáis y prestáis atención cuando hagan las cosas bien (que harán muchísimas durante el día) lo harán mediante el mal comportamiento, porque ahí siempre reciben vuestra atención, mediante la reprimenda, pero la reciben.  Prefieren sentirse atendidos, aunque sea mediante reproches que comportase bien y sentirse ignorados.

Por último, dentro de las pautas educativas inadecuadas, estaría la sobreprotección.  Cuando se sobreprotege a un niño, se busca que no le pase nada, darle seguridad y que crezca sin problemas, pero en verdad lo que estamos haciendo es justamente lo contrario, estamos criando a un niño inseguro, con baja autoestima, problemas de habilidades sociales y propenso a las rabietas.

Al hablar de las características de la familia hay que hablar de las rutinas. Habréis escuchado muchas veces lo importante y necesario que es la rutina en los niños. Pero ¿Por qué es tan importante la rutina para vuestros hijos? Porque con ella vuestros hijos se pueden anticipar a lo que va a suceder durante el día, y al poder anticiparse, pueden adaptar su comportamiento a lo que se espera de él. Esto reduce el nivel de estrés del niño, estando más tranquilo y reduciendo el número de enfados o rabietas.

Al igual que el estrés repercute en el comportamiento de vuestros hijos, vuestro estrés también afecta a su comportamiento. Cuando estáis estresado, llegáis agotados a casa, vuestra actitud no es la misma, estáis más irascibles y enfadones, atendéis más a los fallos de vuestros hijos que a los aciertos, y tenéis menos paciencia a sus peticiones, lo que hace que haya un mayor número de rabietas en la casa.

Dentro de las características de la familia, están los padres que están muy ocupados y pasan la mayor parte del tiempo fuera de la casa, alejados de sus hijos, provocando en ellos un sentimiento de culpabilidad, porque quieren estar con sus hijos. Esto hace que tengan conductas de compensación, regalando en exceso y permitiendo que se salten las normas de la casa cuando están con sus hijos, porque el tiempo que están juntos quieren que no haya conflictos. Pero esto crea niños caprichosos que quieren las cosas aquí y ahora, cosa que no es posible la mayoría de las veces, y cuando no lo tienen explotan de rabia.

Vivimos en una sociedad donde la conciliación laboral y familiar es muy complicada, y eso hace que muchas veces tengáis que dejar a vuestros hijos con algún familiar o con un cuidador en casa. Esto puede tener sus inconvenientes, pues mientras más personas estén a cargo de vuestros hijos, y, por tanto, de la educación, más posibilidad hay de que estas personas tengan un concepto de educación distinto al vuestro y pueda crear confusión en los niños. Seguramente os haya pasado, que al dejar a vuestros hijos unos días con los abuelos, al volver los hayáis encontrado más caprichosos, más dependiente y más exigentes.

 Por último, los celos entre hermanos, es otra de las características de la familia que repercute en la aparición de rabietas en la casa. Estos celos, provoca que haya peleas continuas, y esto a su vez aumenta el estrés en el hogar, tanto en los niños como en los adultos, y ya hemos visto como repercute negativamente en el comportamiento de vuestros hijos.

Cuando hablamos de las características del propio niño y como repercuten éstas en su comportamiento, tenemos que hablar de la tolerancia a la frustración. Aquellos niños que tengan una baja tolerancia a la frustración, serán más propensos a tener más rabietas. Son esos niños que se enfadan cuando pierden, cuando algo no les sale bien, que son muy rígido, que si no se hacen las cosas como ellos quieren o cuando ellos quieren se enfadan.

Aquellos niños que no tengan la capacidad de aplazar la recompensa será más proclives a las rabietas frente a los que sí pueden aplazarla. Son esos niños que quieren las cosas inmediatamente, y si no lo tienen entran en cólera. Estos niños obviamente tendrán más dificultades para controlarse cuando no tengan lo que quiere.

Los niños impulsivos también tendrán más probabilidades de tener rabietas que los niños reflexivos. Los chicos impulsivos son aquellos que responden lo primero que le viene a la cabeza sin ver las consecuencias de sus acciones, no son capaces de ver el abanico de respuestas con sus correspondientes consecuencias como haría un niño reflexivo. Por ejemplo, un niño impulsivo que está comiendo verduras sin gustarle nada, y solo espera al postre como único reforzador, si al llegar el postre no hay lo que quiere lo normal es que se enfade, sin ser capaz de ver que existen otras opciones (otro postre que le guste más y mañana mamá compra lo que quiere).

El temperamento es también una característica a tener en cuenta. Los niños con un temperamento fuerte tendrán más rabietas.

Los niños que tengan problemas en el lenguaje, que no se puedan expresar con fluidez, también tendrán más rabietas, porque se frustrarán con mayor facilidad al no poder expresar lo que quieren decir y tener que repetir las cosas porque la gente no les entienda.

Por último, los niños que presenten algún trastorno; TDAH, autismo… tenderán a tener más rabietas que el resto, puesto que tendrán muchas de las características ya nombradas.

¿Por qué es bueno saber todo esto? Es bueno porque al tener estos conocimientos nos permiten 1) poder anticiparnos a las rabietas de vuestros hijos, así poder reducirlas en número e intensidad. 2) porque esto nos permite saber en qué podemos estar fallando para intentar darle una solución. Porque todo lo que hemos hablado, tiene su margen de mejora. Se necesita esfuerzo y tiempo, pero sin duda vuestros hijos lo merecen.

Qué son las rabietas, y qué podemos hacer para evitarlas

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