La depresión en la adolescencia

El cinco por ciento de los adolescentes padecen de depresión, según la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA), siendo el suicidio la principal causa de su muerte tras los tumores.

Estos datos, que son alarmante, nos hacen ver la importancia con la que los padres tenéis que tratar los síntomas de la depresión que puedan presentar vuestros hijos. No hay que banalizarlos ni normalizarlos, hay que tomárselos en serio, porque las consecuencias de no hacerlo pueden ser terribles.

Las familias poco a poco empiezan a conocer la depresión, a conocer sus síntomas y sus consecuencias. Ya sea porque alguien cercano sufre de esta enfermedad o por la información que va saliendo a la luz, que cada día es mayor.

Sin embargo, la depresión, o, mejor dicho, las personas que tienen depresión, al igual que con la mayoría de las enfermedades mentales, tienen que convivir con el uso diario que hace la gente del término depresión.  La población normaliza la depresión para usarla cuando alguien está un poco triste, para referirse que está un poco de “bajón”. Esto hace que las personas terminen restándole importancia a la depresión cuando alguien realmente la tiene y la padece con todas sus consecuencias. Y esto, a las personas con depresión les duele muchísimo (y con razón).

Para evitar este tipo de confusión es necesario saber qué es depresión y qué no es.

El síntoma principal de esta enfermedad es la tristeza, pero hay que tener en cuenta que la persona con depresión no está 24/7 triste. Esto es importante resaltarlo, porque, a veces, creemos que la persona depresiva tiene que estar siempre mal y esto hace que el adolescente con depresión se sienta culpable el día que está bien, porque si le ven sonreír parece que ha estado mintiendo, que no tiene depresión, ¿Cómo va a tener depresión si se está riendo y tomando algo con los amigos?  A veces inconscientemente obligamos a que la persona que tiene depresión esté todo el día mal.

El adolescente con depresión tiende a tener cambios de humor, estando más irritado o irascible. Esto a veces se confunde con los cambios hormonales y se dice que es debido a los cambios típicos de la adolescencia. Al igual que sucede con la frustración, que muchas veces creéis que son por las hormonas, cuando realmente es un síntoma más de la depresión.

Los jóvenes con depresión tienden a perder el interés por las cosas que antes sí le gustaban, incluso con las personas. Esto hace que muchas veces los veáis en casa sin hacer nada y provoque en vosotros desesperación, al pensar que están tirando sus mejores años en el sofá. Junto a esto, también vemos como los adolescentes depresivos empiezan poco a poco a aislarse, ven el mundo como hostil, al igual que las personas que viven en él. Además, empiezan a restarle importancia a la higiene o a la apariencia.

 Son más vulnerables a los comentarios o críticas de las personas de lo que antes lo eran. Y desde luego son muy críticos consigo mismo, y se fijan siempre en lo que puedan haber fallado.

Se frustran más fácilmente, por tanto, es normal que veáis cambios de humor en vuestro hijo y que esté más irascible de lo normal.

La autoestima, que es la piedra angular de la vida, está baja, incluso como algunos adolescentes me han llegado a decir “no existe”. Esto les hace más inseguros y provoca que necesiten la aprobación constante de las personas que le rodean.

Todo esto afecta directa o indirectamente al rendimiento escolar, que se ve perjudicado. Además, el adolescente presenta dificultad para concentrarse, pensar…haciendo que estudiar sea una tarea aún más ardua.

Empiezan a encontrarse más cansados, con menos energía. El sueño y el apetito se pueden ver alterados, aumentando o disminuyendo. Aparecen dolores de cabeza sin explicación médica y disminución de su actividad cognitiva y física.

El futuro para ellos es negro, desalentador, no ven un futuro que merezca la pena, todo lo que creen que está por llegar va a ser igual o peor y es ahí cuando empiezan los pensamientos o ideas suicidas, que en algunos casos terminan acabando tristemente en intentos suicidas o en el suicidio.

¿Qué puedo hacer para ayudar a mi hijo con depresión?

Lo primero es hablar con él, hacerle ver que estáis a su lado, que le vais a apoyar, que pueden contar con vosotros. Es recomendable que habléis de la posibilidad de ir a terapia. Hay personas que creen que pueden con todo o que deben de hacerlo todo por ellos mismos. El ir a terapia, además de ser la mejor solución para trabajar la depresión, es una manera para poder descargar ese peso de encima que pueden llegar a tener algunas personas.

Ya sabéis que un adolescente con depresión va a estar más susceptible de lo normal a los comentarios que le vayáis a hacer. Por un lado, cuidado con lo que se dice, que no solemos darle importancia a lo que decimos y las consecuencias que pueden tener. Un comentario “estás tonto”, “eres un vago” pueden tener un daño enorme, y más en adolescentes con depresión. Medid vuestras palabras e intentar que sean compresivas y que busquen empatizar y reforzar.

Validad sus emociones, porque, aunque no entendáis por qué así, por qué se ha enfado, por qué está llorando, para vuestro hijo o hija tiene un sentido, por tanto, intentad comprenderles y, si no sois capaces, simplemente estad ahí para apoyarlos emocionalmente.

Intentad animarlos, haciendo cosas divertidas, saliendo de casa, haciendo deporte…pero tened muy claro una cosa, no le forcéis, intentad que hagan cosas, pero sin que sea un castigo para ellos, porque entonces no lo harán, se enfadarán y os verán como el enemigo.

La depresión en la adolescencia

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