La educación que recibimos de los padres es algo que marca nuestras vidas, nuestra forma de entender el mundo y también la manera en la que se educa a los hijos. Las pautas educativas que tuvieron vuestros padres siguen presentes en la manera que educáis a vuestros hijos, la mayoría están tan automatizadas que no se es consciente, haciendo que ante un comportamiento concreto de vuestro hijo respondáis automáticamente, y esa respuesta es semejante a cómo lo hacían vuestros padres.
El problema es que esto no siempre es positivo, no todos habéis tenido la suerte de tener unos padres comprensivos, empáticos, que os hayan apoyados y reforzado a lo largo de la vida. En muchos casos, la disciplina “militar” ha estado presente, donde únicamente existía el respeto absoluto al adulto bajo peligro de un castigo ejemplar, que en algunos casos podía ser físico.
Incluso en este último caso, aquellos que habéis vivido este tipo de situaciones, con los años seguís defendiendo ese estilo educativo, considerando que esto os ha hecho más fuertes. Aunque la realidad, es que, si escarbamos un poco, y siempre es bueno escarbar, nos encontramos con personas cuya autoestima ha sido dañada y la relación con los padres no es tan idílica como nos hacen creer. Pero claro, es más sencillo justificar a vuestros padres que reconocer que vuestra infancia se basó en el miedo.
También están los casos, de quienes han vivido la disciplina “militar” y reconocen que no es la manera de educar a un hijo, pero siguen manteniendo este estilo, aunque de una manera inconsciente, pues llevan toda una vida teniendo esa pauta educativa como referencia y automáticamente responden como respondían sus padres con ellos. Después están, los que son consciente de lo que vivieron de niños y quieren salir de este bucle, y tienen el miedo de ser muy estricto, y termina habiendo una ausencia de normas en la casa, lo cual como ya hemos leído en otros artículos tampoco es bueno.
Tenéis que ser muy conscientes que la presencia de vuestros padres está muy presente en vuestro día a día y desde luego a la hora de educar a vuestros hijos lo están más aún. ¿Por qué? Pues porque desgraciadamente vivimos en una sociedad en la que apenas se tiene tiempo para los hijos, donde tenéis que ir siempre con prisas, donde hay situaciones (más de las que os gustaría) que os hacen llevar al límite, y es ahí, donde la inconsciencia salta más fácilmente y aparecen esos comportamientos más propios de vuestros padres que vuestros.
No es fácil educar a los niños, eso es algo que ya sabéis, y también es cierto que nadie os enseña a educar a vuestros hijos, bueno sí, vuestros padres, pero ya hemos visto que eso no siempre tiene por qué salir bien. Por eso hoy vamos a hablar de los estilos educativos y sus consecuencias.
Tenemos cuatro estilos educativos: el estilo autoritario, permisivo, negligente y el democrático. Cada uno de estos estilos tendrán una consecuencia emocional y comportamental en los hijos y en la relación que ellos vayan a tener con vosotros los padres.
El estilo autoritario está basado en una crianza estricta con normas y consecuencias muy severas. Se castiga mucho y duramente, estando muy presente las amenazas. En algunos casos se ejerce también la violencia. En este estilo los padres buscan prioritariamente la obediencia y el respeto. Sin ser conscientes que ese respeto se termina basando finalmente en el miedo. La comunicación con sus hijos es unidireccional, aquí lo que opinen los hijos no importa, porque la autoridad son los padres y se tiene que respetar.
Este estilo cría a los hijos desde el miedo y la ausencia de la validación de las emociones. Son niños y niñas que carecen de una autoestima reforzada. Nos podemos encontrar con niños que más adelante serán desafiantes y problemas con la autoridad o niños completamente sumisos. Pueden ser niños muy miedosos a hacer algo mal, especialmente delante de la figura de un adulto, por miedo a que haya consecuencias negativas. Por último, tendremos niños que no hablen de sus emociones, niños que no cuenten las cosas que le suceden, con todo lo que eso conlleva.
El estilo permisivo es una crianza que se caracteriza por la ausencia de límites y normas. Son padres poco firmes y que carecen del control de la situación. Creen que dándoles libertad a los hijos crecerán más felices, pero la realidad es que lo más probables es que tengan un bajo rendimiento académico, no respetarán las normas ni a las figuras de autoridad, tendrán problemas de autocontrol y de gestión de sus emociones. Además, pueden tener baja autoestima y ser niños caprichosos.
El estilo negligente se basa en una crianza donde los padres no están implicados, no cubren las necesidades emocionales que necesitan sus hijos, son distantes con ellos. En resumen, estamos hablando de que existe falta de atención hacia ellos. En este estilo hay ausencia de normas o castigos muy estrictos y sin explicación al niño del por qué.
Las consecuencias a nivel psicológico pueden ser severas. Hablamos de niños con baja autoestima, baja empatía, no aceptan los límites ni la autoridad y pueden tener problemas en sus relaciones sociales.
Por último, estaría el estilo democrático. Aquí los padres ponen unos límites bien definidos, con unas normas claras. Estas normas pueden llegar a ser flexibles en algunos casos y se escucha y respeta la opinión del niño. Predomina el refuerzo positivo frente al castigo, que suele ir acompañado de una explicación. Los padres de estilo democrático validan las emociones de sus hijos.
Estos niños y niñas suelen tener una autoestima reforzada y son más felices. Suelen autorregularse con mayor facilidad y tienden a tener mejores habilidades sociales.