La vida de un niño o niña diagnosticado de TDAH no es fácil. Su día a día es más complicado que el del resto de sus iguales y tienen que esforzarse más para conseguir lo mismo (a veces incluso menos) que sus compañeros. Su nivel de estrés suele ser más alto, mientras que su nivel de frustración en cambio es más bajo. Esto hace que los padres y madres de niños con TDAH centren su vida aún más si cabe en su hijo y en intentar ayudarle a que su vida sea un poco más fácil, y eso significa que a veces sea a costa de la suya propia.
Que haya en la casa un niño TDAH afecta a todos los miembros de la familia, no solo al niño TDAH, sino también a sus padres y a sus hermanos, esos grandes olvidados por todas las dificultades que tiene su hermano o hermana diagnosticado de TDAH, que hace que papá y mamá dediquen casi la totalidad del tiempo en ayudarle.
Los hermanos de niños TDAH suelen vivir en un segundo plano, y es algo que los propios padres son conscientes de eso. Toda la atención suele ir dirigida al niño TDAH.
Los niños en general a día de hoy tienen una agenda masificada, multitud de actividades que llenan sus tardes sin apenas poder tener tiempo libre para jugar. En el caso de los niños con TDAH esta agenda puede llegar a ser asfixiante. Además de las actividades extraescolares normales, hay que sumarles las terapias y actividades específicas que le recomienden hacer por su diagnóstico. Y esto, repercute a los hermanos de los niños con TDAH. Aquellos que son todavía pequeños como para quedarse en casa van a tener que ir a todos los sitios que tenga que ir su hermano; si hay terapia él va detrás, y él tiene que esperar y aburrirse (yendo a la compra, estando en una cafetería…) mientras su hermano se lo pasa “jugando en la terapia”. Además, escuchará a su hermano decir lo bien que se lo ha pasado con su psicólogo, mientras él injusta y semanalmente tiene que esperar con su padre o madre a que acabe su hermano de jugar en la terapia.
En una casa con un niño TDAH los conflictos suelen ser muy frecuentes y la tensión en la casa suele ser elevada. Este nivel de crispación puede afectar a los niveles de ansiedad de todos los miembros de la familia. Es muy común que los hermanos presentes niveles más altos de estrés que otros niños de su edad.
Estos conflictos llevarán a los padres al límite y no es raro que el hermano vea a sus padres en distintos momentos de la vida llorar por desesperación, con lo que esto conlleva a nivel emocional para él.
Además, debido a que su hermano TDAH no es capaz de controlarse, se le terminará pidiendo al hijo que sea él quien ceda, ya que su hermano debido al diagnóstico tiene problemas para hacerlo. Se le pedirá que entienda por que a su hermano se le permiten ciertas cosas (la flexibilidad con los niños TDAH es importante) mientras que a él no. Muchas veces las broncas se las echarán a él, porque ya sabe cómo es su hermano y debería de evitar ciertos comportamientos. Es decir, se le pide al hermano del niño con TDAH que tenga una madurez que en la mayoría de los casos no la tiene y que comprenda que a su hermano se le van a pedir distintas cosas de las que se le exigen a él. Esto provoca en el niño o niña sentimientos de injusticia y frustración. Se le termina pidiendo al hermano que asuma un rol de adulto, cuando solamente es un niño.
El hermano del niño con TDAH vive en una incertidumbre constante, sabe que los planes se pueden alterar en cualquier momento, ya sea porque su hermano ha olvidado una cosa en el cole, casa de los abuelos… y tienen que ir a recogerlo, o porque una rabieta del hermano puede hacer que se tengan que ir del sitio donde están, como por ejemplo el parque donde se lo estaba pasando genial y comportándose correctamente.
Otras de las situaciones que tiene que vivir el hermano sin TDAH, es que ve a su hermano ser reforzado por cosas que hace sin ningún problema, sin que él reciba ningún comentario al respecto.
Todas estas situaciones hacen que se sientan menos importantes en la familia, incluso pueden llegar a pensar que sus padres no los quieren. En muchos casos los hijos, o bien pasan completamente desapercibidos en la casa, para evitar ser un problema más de los que hay, o en cambio empiezan a molestar y a hacerse notar mediante el mal comportamiento.
¿Qué podéis hacer los padres y madres?
En la casa debe de haber una normas claras y bien definidas. Éstas tienen que ser equitativas, es decir, que tienen que estar ajustadas a las capacidades y posibilidades de cada uno.
No pueden existir preferencias, ni sentimientos de pena o culpa que terminen dando siempre la razón al hijo con TDAH frente al hermano. Existen unas normas, existen unas consecuencias y deben de ser respetadas. Antes de tomar cualquier decisión, especialmente si ha habido conflicto entre ambos, escuchad que ha sucedido y no ir directamente hacia el hermano sin TDAH. Intentad que sean ambos los que resuelvan el problema (siempre con un adulto mediando) y así aprendan poco a poco a solucionar ellos mismo las discusiones sin necesidad de un adulto.
Al igual que se le refuerza al hermano con TDAH cuando se esfuerza o supera ciertos logros, al hermano sin TDAH también se le tiene que reforzar, se le tiene que hacer ver que vosotros también valoráis su esfuerzo, que, aunque no son las mismas cosas que su hermano, se le tiene en cuenta y se valora su trabajo.
Es fundamental que paséis un tiempo íntimo con vuestro hijo sin TDAH, un tiempo de ocio y diversión, donde no se hable del hermano, y sea el único protagonista, así se sentirá querido e importante. No uséis el comentario “ahora que no está tu hermano…” porque acentuáis sin querer en que su hermano es algo negativo. Cuando estéis con él solo se habla de él.
En los casos en los que la relación entre ambos hermanos se está mermando debido a los continuos conflictos que hay entre ambos, o que empiece a ver a su hermano como algo pesado, insistente, ayudadle a ver las cosas positivas que tiene su hermano con TDAH, que empiece a asociarlo con cosas divertidas que hacen ambos.
Por último, habría que explicarle a vuestro hijo cómo es su hermano, explicarle porque hace ciertas cosas y porque no es capaz de hacer otras. Esta explicación habrá que adaptarla siempre a la edad del niño y usando un lenguaje que él entienda.