Hace unos días un amigo que iba a ser padre primerizo me pidió como nervioso y temeroso ante la inminente llegada de su primera y deseada hija, que le diera consejos para ser un buen padre y criar a su hija en estos primeros días o meses. Aunque trabajo con niños a partir de los cuatro años (que es a partir de la edad con la que disfruto muchísimo con ellos) le di un consejo (más conociendo como es mi amigo) sobre el llanto y los bebés que espero que a vosotros también os pueda ayudar.
Sobre los bebés y el llanto corren muchísimos bulos sobre como intervenir o actuar y muchos de ellos pueden tener consecuencias ya en los primeros meses de vida en la relación que se forje entre padres e hijo. Al hablar de relación hablamos del vínculo que se crea entre ambos.
Los bebés lloran y mucho, y ese llanto no es siempre fácil de parar, y desde luego el llanto es molesto, primero porque a nivel auditivo no os deja continuar con lo que estéis haciendo y también porque ese llanto os preocupa porque al bebé algo le pasa.
Pero, ¿por qué lloran los bebés?. Los bebés lloran para sobrevivir, para poder deciros a falta de palabras que tienen hambre, que tienen sueño, que les duele algo, es su forma de comunicarse con vosotros y deciros “eh aquí estoy y necesito esto”.
Mucha gente, entre ellos mi amigo (o quiero creer que ya no), piensan que cuando el bebé llora hay que dejarlo llorar, que es bueno, que sino lo estamos malcriando y dándole desde el principio todo lo que quieren. Y esto desde luego es un error y de los grandes.
Los bebés lloran porque son cien por cien dependientes de sus padres, los bebés no son capaces de sobrevivir sin una figura de apego que esté dándole la protección que necesita.
Los bebés vienen al mundo a cambiarlo, ellos no se pueden adaptar ni acomodar, ellos van a exigir y cambiar su entorno, al principio van a aprender, pero no comprender. El desarrollo del niño va a depender de esta relación de necesidad-satisfacción. Si el niño ve que cuando llora no hay una respuesta por parte de los padres, el bebé dejará de llorar, porque ve que no sirve de nada y “aprende” que su figura de apego está ausente y por eso ve inútil seguir llorando. Esto tiene una preocupante consecuencia y es que su figura de apego no cumple su papel de protección, la persona que le tiene que proteger no está cuando lo necesita y dificulta entonces el vínculo entre ambos.
Cada experiencia del bebé con su figura de apego (esté o no presente) promueve una reacción emocional. Son los padres quienes ayudan al bebé a regular sus emociones para que después él sea capaz de hacerlo por sí mismo. Si la madre o padre no están cuando el bebé lo necesita (llora) éste no aprenderá a autorregularse emocionalmente y tendrá problemas en esta área tan importante.
El bebé cuando llora necesita a sus padres, necesita el contacto físico de ellos para calmarse y aprender a hacerlo, sin ellos no será capaz en la edad adulta y tendrá problemas de irritabilidad, autocontrol, frustración…