¿Es necesario un psicólogo para mi hijo?

El otro día trasteando por internet, encontré y leí un artículo que numeraba siete motivos por los que NO llevar a tu hijo al psicólogo. Una vez leído y asimilada la información, decidí escribir este artículo, en el que cuento cuales pienso que son los principales motivos (exceptuando el económico) por los que los padres y madres no lleváis a vuestro hijo o hija al psicólogo y qué consecuencias se pueden dar a largo o medio plazo si no interviene un profesional.

Uno de los primeros motivos, puede ser que los padres no sean conscientes de que haya alguna problemática en sus hijos, que vean que todo es normal dentro del proceso madurativo y evolutivo y resten importancia a lo que está sucediendo.

Tenemos el ejemplo del niño que tiene pesadillas por la noche y que no puede dormir. Si esta situación, que es de lo más normal en los niños, se agrava y empieza a darse todas las noches, puede suceder que, sin una intervención, vuestro hijo termine teniendo miedo de ir a la cama, pues es en ese momento del día cuando sabe que lo va a pasar mal y es más vulnerable. Todo esto conllevaría a que las horas previas a dormir ya esté nervioso, incluso irritado y con malas contestaciones, que haya peleas a la hora de irse a dormir y que, después de mucho pelear, esté en la cama y no podáis dormir ni vosotros ni él, y al día siguiente todos estéis cansados, afectando a vuestro rendimiento académico y laboral.

Otras veces, los padres veis el problema, pero no queréis reconocerlo, porque eso puede significar muchas cosas: que vuestro hijo no es perfecto, que se rompa la expectativa que teníais de él, o incluso puede suceder que reconocer que vuestro hijo necesita ir al psicólogo puede significar para vosotros que habéis fallado como padres. Esto último pasa muy a menudo, y es normal, es muy visceral, pero siendo prácticos y racionales no tiene sentido alguno, podéis ser los mejores padres del mundo y que vuestro hijo tenga que ir al psicólogo, porque siempre habrá factores que como padres es imposible controlar.

Podemos tener el caso del niño que acude a consulta por encopresis, trastorno relacionado con la defecación. En este caso, el niño no es capaz de hacer caca en el váter y lo hace en otros lugares de la casa. Si el problema no se trata en el momento que empieza a considerarse un problema y dejamos que “la madurez” soluciones el problema, va a suceder que un problema únicamente relacionado con la defecación, termine afectando a su autoestima (todos los niños de su clase son capaces de hacer la caca en el váter), a su estado de ánimo (cada día más enfadado consigo mismo por no ser capaz de hacer lo que el resto de sus compis hacen) e incluso afectar al ambiente familiar (discusiones en casa porque los padres están cansados de recoger la caca por la casa o de no poder salir a la calle porque su hijo puede hacerse caca encima). Estamos hablando que ya no lleva pañales en todos los casos. Y todo esto termina afectando también en lo social.

Muchas veces, existe el miedo a ser juzgados por el profesional, pensáis que el psicólogo va a pensar que sois malos padres o algo parecido, pero eso jamás va a suceder. El profesional jamás os va a juzgar, os va a ayudar a detectar que está sucediendo e intentar darle una solución conjunta, en el que los padres seáis participe para que vuestro hijo sea feliz.

Un ejemplo; los celos entre hermanos, algo muy común en las casas con más de un hijo. A veces estos celos, pueden llegar a no querer a ese hermano, a quererlo fuera de él, lo más lejos posible. Sin una intervención, ese problema se puede prolongar durante toda una vida y condicionar la relación entre ambos, por algo irracional y que no encuentran sentido en el momento actual (que puedan pensar que quieren más a uno que a otro).

Está claro que no todos los problemas que aparezcan en la vida de vuestros hijos necesitan de una atención profesional, pero cuando sí es necesario, porque empieza a condicionar su vida académica, emocional y social, no hay que dudar en acudir a un psicólogo o psicóloga, pues mientras más tiempo pase, mayores serán las consecuencias. Éstas a veces no serán visibles hasta la adultez, pero desde luego en algún momento de la vida aflorarán y mientras más tiempo haya pasado más difícil será solucionar el problema.

¿Es necesario un psicólogo para mi hijo?

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