¿Cómo viven el divorcio los niños en función de la edad?

El verano es uno de los momentos más esperados por todo el mundo, especialmente por los niños y niñas que están deseando que acabe el curso escolar para empezar sus ansiadas y deseadas vacaciones. Sin embargo, el verano implica estar más tiempo en familia y eso significa muchas veces más conflictos en la casa. Estos conflictos no solo pueden llegar a aumentar entre padres e hijos, sino entre los propios padres y es por eso que el número de divorcios tras las vacaciones se dispara.

¿Cómo afrontan vuestros hijos e hijas el divorcio?

El modo en que afronten esta noticia dependerá del estilo de apego que tenga y de la edad. En este artículo nos centraremos únicamente en la edad.

Los niños y niñas menores de seis años pueden llegar a sentir ansiedad de abandono, sentir miedo al despegarse de una persona querida. Por eso es muy importante dejar claro que el divorcio no significa que papá o mamá dejen de ser sus padres, aunque ya no vivan en casa.

También pueden aparecer conductas regresivas, como enuresis, pesadillas… Los niños a estas edades pueden llegar a entender este proceso como algo traumático de ahí que puedan aparecer conductas que ya creíamos extintas. Necesitan tiempo y seguridad, el divorcio ha tambaleado todo su mundo, necesitan sus rutinas, hacer las cosas que hacían antes del divorcio para entender que el mundo que conocían no ha cambiado por completo.

En algunos niños puede suceder que no quieran ir al colegio, que teman ir porque piensen que al volver no estén sus padres. Hay que darles la seguridad que necesitan en ese momento y explicarles las cosas muy claras y que sepan que no vais a desaparecer y que pueden seguir contando con vosotros para cualquier cosa, aunque uno de los padres no viva en casa.

Puede llegar haber un gran estrés en los casos de que los niños hayan sido testigos de peleas en la casa. Siempre hay que dejar a los niños fuera de cualquier conflicto, ellos no son culpables de nada y jamás deben de estar en medio de ninguna discusión que haya, los niños siempre deben de estar protegidos ante este tipo de situaciones.

En los niños de primaria, es decir, de seis a los doce años, pueden aparecer conductas agresivas o respuestas desmedidas. Hay que dejar claro los límites que hay en la casa y empatizar con ellos, hacerles ver que entendéis que el divorcio para ellos es un momento difícil y complicado de asumir. Intentad que expresen verbalmente sus inquietudes y sus miedos, siempre respetando si quieren o no quieren hablar, o si están o no preparados.

Durante un tiempo pueden estar más desatentos, con síntomas ansiosos e hiperactivos. El colegio puede convertirse en un lugar seguro porque es estable. Vosotros como padres y madres tenéis que buscar que la casa sea también ese lugar estable que ellos necesitan.

Algunos niños y niñas pueden llegar a sentir que todo lo que sucede, ya sea bueno o malo, es responsabilidad suya, generando en ellos un estrés que por edad no deberían de tener. Además, sin querer, algunos padres y madres llegan a pedirle a su hijo que actúe con una madurez que no le corresponde a su edad. Intentad siempre que los problemas de los adultos se queden en los adultos, sino vuestros hijos pueden llegar a dejar de disfrutar su infancia para convertirse en pequeños adultos.

En los preadolescentes vuestros hijos e hijas pueden llegar a sentirse furiosos hacia una de las partes, aliándose con la otra. Vosotros como padres jamás debéis de hablar mal de la otra parte, jamás. Cuando habléis del padre o de la madre siempre tiene que ser con respeto (aunque por dentro haya odio), vuestros hijos no deben de escuchar cosas negativas de la otra parte, porque en ese caso le estáis condicionando. Vuestros hijos tienen que saber aquello que por su edad puedan llegar a entender. Será con los años cuando ellos en función de todo lo que han ido viviendo y escuchando puedan llegar a construir la realidad de lo sucedido, pero eso será con los años.

En muchos casos, al igual que sucede en edades previas, puede haber un descenso del rendimiento académico, incluso un año después del divorcio.

En los adolescentes pueden aparecer conductas de riesgos y problemas comportamentales. Además de la aparición de síntomas depresivos y un descenso del rendimiento académico.

A veces, al ver a vuestro hijo o hija ya como un pequeño adulto, puede suceder que vuestros hijos, especialmente las niñas, asuman un rol de adulto, tomando decisiones o asumiendo conductas impropias a su edad. Esto termina generando un mayor estrés en ellos y reduciendo el ocio y disfrute.

Pueden llegar a tener miedo a expresar o hablar de ciertos temas, pues no saben cómo van a reaccionar los adultos y si la información va a crear problemas entre sus padres divorciados. No habléis mal del padre o de la madre, solamente apoyar emocionalmente a vuestro hijo o hija cuando suceda algo y preguntadle qué cree que debería hacer, pero no os entrometáis ni opinéis de lo que sucede en la otra casa, excepto que haya un caso claro de negligencia.

En esta etapa tan complicada como es la adolescencia, el divorcio puede afectar a la relación paterno-filial. Mucho tacto con vuestro adolescente, es una etapa complicada a la que se suma una situación aún más difícil. Afecto, escucha y acompañamiento es lo que necesitan.

¿Cómo viven el divorcio los niños en función de la edad?

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