¿Debo de castigar a mi hijo?

Los padres y las madres que acuden a consulta suelen estar un poco perdidos y nerviosos sobre cómo afrontar el comportamiento de sus hijos, y sobre todo qué hacer para cambiar su conducta, que muchas veces son de desobediencia y hostiles. A la mayoría de los adultos nos criado con la idea de que el castigo es la mejor herramienta para que los niños y niñas se comporten como esperamos y que “mientras más se castigue y más se grite ” más obedientes serán. Esa premisa además de ser falsa genera sentimientos de miedo, inseguridad y baja autoestima en los niños.

Entonces, ¿No castigo nunca? El castigo es una herramienta más a la hora de educar a vuestros hijos que al igual que cualquier otra necesita ser aplicada de forma correcta para que haya un resultado en el comportamiento. Esto genera más dudas  en los progenitores. “¿Castigo o no?”, “¿Me he pasado con el castigo o soy muy blando?”, “¿El castigo sirve para algo? Porque mi hijo está todo el día castigado y no cambia en nada”.

Consejos a la hora de castigar

Hay que tener en cuenta que los castigos son una herramienta más para educar a vuestros hijos y que jamás se debe de abusar en su uso. Usadlo siempre de manera puntual y complementadlo con el refuerzo. Reforzar el comportamiento positivo es la mejor vía para conseguir que vuestros hijos se terminen comportando como vosotros deseáis.

Si se abusa del castigo,   que va a sucede  es que dejará de tener valor, es decir, si vuestro hijo está todo el día castigado y no tiene nada que perder porque ya está sin Tablet, sin PlayStation…ya no tendrá que esforzarse porque haga lo que haga ya no tiene motivación alguna, por tanto, hará lo que le dé la gana. Además, castigar en exceso termina perjudicando de manera negativa a la autoestima, porque le estamos “diciendo” que está haciendo algo mal, y para ellos el malo es quien hace las cosas mal, y cuando se repite mucho en el tiempo, vuestro hijo terminará asumiendo inconscientemente que él es el malo.

El castigo tiene que ser inmediato, especialmente con los más pequeños, pues sino no serán capaces de asociar el castigo al motivo de este. Es decir, si vuestro hijo o hija es castigado el martes porque ha roto un jarrón jugando a la pelota en casa, el castigo tiene que ser ese mismo día, no podemos  el sábado sin consola (que es cuando puede usarla)porque entonces ,si  , por algo que hizo el martes, estáis entonces penalizando todo ese buen comportamiento y lo verá y con razón como algo injusto.

Por eso los castigos tienen que ser lo más inmediatos posibles y además  ” que estén relacionados con lo que han hecho. En el caso anterior, en vez de dejarle sin consola, la consecuencia puede ser que recoja todas las piezas del jarrón, que sea capaz de enmendar el destrozo. Si le pedís a vuestro hijo que deje el televisor un segundo porque necesitáis que os lleve una cosa y no os hace caso, la consecuencia es coger el mando, apagar la tele, que os ayude y como penalización dejarle unos cinco minutos sin ella. Para los niños, sobre todo los más pequeños, cinco minutos es un mundo y más cuando están esperando algo que desean.

Los castigos no deben de durar mucho, no hace falta que sean varios días u horas. Mientras sea inmediato y lo justo para que vean que todo acto tiene su consecuencia es suficiente. Además, un castigo prolongado en el tiempo tiene el problema de que muchas veces no seréis capaces de cumplirlos y entonces el castigo no tendrá jamás valor, porque sabrán que a veces el castigo se cumple y otras veces no. Por eso es fundamental que siempre se cumpla. Para ello, evitar castigar desde el enfado, porque terminaréis poniendo una consecuencia excesiva.

Es muy importante, que el castigo no se haga desde el enfado, desde la rabia, porque la connotación negativa a nivel emocional será mayor. Hacedlo con calma y hablando tranquilamente. Sino podéis porque os han llevado al límite, tomaros el tiempo que os haga falta y cuando estéis calmados ya podréis hablar con ellos.

Hay que ser consecuente y coherente con lo que se dice. Si ponéis una consecuencia  no se puede cambiar por insistencia de ellos o porque de repente se porten genial. Si esto sucede el castigo no tendrá ningún sentido. Tienen que saber que existen unas normas y que si no se cumplen hay unas consecuencias.

Tened presente que vuestros hijos e hijas siempre van a querer congraciaros y que le prestéis atención, necesitan vuestra atención. Si reforzáis su buen comportamiento, si reforzáis las miles de cosas que hacen bien durante el día, ellos mismo se esforzarán en su comportamiento para que vosotros le sigáis reforzando. Por eso ellos tienen que tener muy claro cuáles son las normas, es decir, qué se espera de ellos para poder anticiparse y comportarse como vosotros queréis.

Con todo lo dicho, el castigo físico, la humillación que muchas veces vemos en la calle de algunos padres a sus hijos, no es necesario, es más, a nivel emocional es nefasto y así lo único que se consigue es que vuestros hijos tengan miedo a las personas a las que deben de querer, respetar y sobre todo de quienes le tienen que proteger.

¿Debo de castigar a mi hijo?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *