El otro día, tenía que dar una charla en el colegio en el que trabajo. Al entrar en la clase, todos los alumnos (1º de bachillerato) me preguntaron de qué era la charla, a lo cual respondí que de la depresión. En ese momento una chica, dice señalando a una amiga que la charla venía perfecta, porque llevaba su amiga unos días “depre”. Curioso, le pregunté que porqué, que cómo estaba, siendo su respuesta que estaba “depre” porque ayer le había salido mal un examen. Seguí preguntado para saber si pasaba algo más, pero no, solamente le había salido mal la prueba y por eso estaba “depre”.
Después de esa conversación, les pasé a toda la clase un cuestionario para ver indicios depresivos en los alumnos. Una vez que terminó esa chica la prueba, miré su puntuación, 4 sobre 66 y sin embargo aseguraba estar “depre”.
No dudo que estuviera triste por el examen, la mayoría cuando hemos estudiado para una prueba y no nos sale como nos hubiese gustado nos sentimos frustrados y con pocas ganas de seguir el día. Pero de ahí a estar deprimido…
Sucede, que en el día a día usamos de manera errónea, términos psicológicos. Decimos que estamos deprimidos cuando realmente estamos triste, lo cual es normal después de un mal examen, o simplemente que tengamos un mal día y eso nos haga sentir alicaído. Porque estar triste es algo normal, no podemos estar siempre felices.
También escucho mucho en el colegio que uno es bipolar porque a veces está triste y otras contento. Que es bipolar porque se ríe mucho y tiene días en los que está muy feliz.
Otras veces, he escuchado decir que está con ansiedad porque está nervioso por un examen o que está ansioso porque llegue una fiesta, cuando realmente está impaciente. Pero la verdad es que es normal que estemos nervioso para ciertos momentos, sin ser eso ansiedad. Y cualquier persona que la haya padecido se llevará las manos a la cabeza cuando escucha decir a alguien que tiene ansiedad simplemente porque está nervioso por un partido de fútbol.
También, cuando un alumno es un poco inquieto o se mueve un poco más de lo llamado razonable, se escucha rápidamente que es TDAH. No entendemos que no todos somos iguales y que alguien puede estar inquieto por diferentes motivos, muchos de ellos emocionales. Si hay problemas en casa lo normal es que estemos más movidos en el aula.
Incluso en las charlas, cuando alguien dice algo incoherente, he llegado a escuchar que es esquizofrénico. Sin embargo, cuando les pregunto que es ser esquizofrénico nadie sabe que es, todos callan o sueltan alguna tontería.
O en bachillerato, que ya la mayoría de los alumnos salen y beben. Se definen unos a otros como alcohólicos. “Alberto, este es alcohólico, lo vas a tener que tratar”.
En el día a día nos apropiamos de términos clínicos para describir emociones normales, porque repito, es normal que de vez en cuando estemos triste, que estemos nervioso por algo que consideramos importante. Es normal que haya niños más inquietos que otros y que en función de su momento emocional necesiten más libertad de movimientos que en otra situación.
El problema de apropiarnos y usar indebidamente términos clínicos, es que pierden el valor. Si decimos que estamos deprimidos cada vez que estamos triste, cuando estemos con una persona que realmente esté deprimida, creeremos que simplemente tiene un día malo. Esto hará que no podamos empatizar con esa persona y entender realmente cómo está y la gravedad de su estado emocional.
Si decimos que tengo ansiedad porque tengo un examen, cuando realmente estás nervioso, puede pasar que un compañero, que realmente tenga ansiedad lo pase peor, porque verás que estás restándole importancia a como se siente. Además, sin darnos cuenta puede que disparemos su ansiedad si no le respetamos el espacio o si le atosigamos con preguntas del examen.
No nos pongamos o pongáis etiquetas a la gente, dejemos los diagnósticos para los profesionales. Entended que lo normal es que a lo largo del día sintamos un sinfín de emociones y no por eso necesitáis un diagnóstico clínico para describir que os pasa, simplemente poned nombre a esa emoción.