Hoy vamos a hablar sobre la autoestima y su repercusión a nivel emocional y conductual en vuestros hijos e hijas.
Al hablar de la autoestima tenemos que hablar también del autoconcepto. Muchas veces se suelen confundir y pensar que son iguales pero no lo son, aunque sí son complementarios.
El autoconcepto es la percepción que tiene uno de sí mismo, mientras que la autoestima, sería la valoración del autoconcepto. Mientras más próxima esté esta valoración del ideal de uno mejor será su autoestima. En cambio, cuanto más alejada esté, más baja será.
La autoestima tiene tres componentes: cognitivo, emocional y comportamental. El cognitivo sería el pensamiento. Este pensamiento nos hace sentir de una manera, y este a su vez provoca que nos comportemos de una manera.
Este se puede ver mucho mejor con un ejemplo. La misma situación vivida desde un niño con alta y otro con baja autoestima.
Un niño está en el patio del recreo jugando al fútbol y ese día no le pasan la pelota. Un niño con baja autoestima piensa que no se la pasan porque es muy malo, esto le hace sentir triste e inseguro, y termina dejando de jugar el partido. Esto además tiene como consecuencia que los compañeros se enfaden porque haya dejado de jugar. Mientras que un niño con alta autoestima, piensa que no se la pasan porque le están cubriendo muy bien hoy, eso hace que se sienta más motivado para quitarse a su defensor y hará que corra más y se mueva más rápido para que le puedan pasar la pelota.
Los niños y niñas con baja autoestima:
- Tienen una actitud crítica consigo mismo.
- Confían poco en sí mismos y tienen un miedo constante a la equivocación.
- No saben decir que NO y esto hace que complazcan a los demás a pesar de que algo no les guste.
- Suelen tener una alta autoexigencia.
- Suelen estar tristes y poco sociables.
- Mostrar en ocasiones actitud desafiante y agresiva, con irritabilidad, a punto de estallar por cosas sin importancia.
Los niños y niñas con una autoestima reforzada:
- Confían en sí mismo, sintiéndose importante y capaz. Esta confianza les permite afrontar nuevas situaciones sin frustrarse ante posibles dificultades o fracasos. Su tolerancia a la frustración es mayor a los niños con la autoestima baja.
- Tienen un trato correcto con sus iguales, siendo aceptado dentro de diferentes grupos de iguales. Dan su opinión y defienden sus ideas, respetando las de los demás.
- Saben jugar solos o en grupo, respetando las reglas existentes.
¿Qué consecuencias tiene a nivel social?
Por la descripción de las personas con baja autoestima, podemos ver que no tiene que ser sencillo su día a día. Estamos hablando de niños que dudan de sí mismo para hacer las cosas, especialmente las novedosas o difíciles porque temen que les vaya a salir mal, y para ellos, que algo salga mal implica que no valen. Un niño con la autoestima reforzada sabe que no es bueno en todo, eso es imposible, y aunque seas bueno en algo puedes fallar, no pasa nada. En cambio, un niño con la autoestima baja cree que si se equivoca no vale para nada. Es una creencia absoluta de vida.
Esa inseguridad les hace preguntar constantemente por las cosas, para asegurarse que lo hacen bien. Preguntan tanto que desespera a la persona que tiene delante. Un adulto tendrá paciencia (aunque todos tenemos un límite) pero un niño de su edad no, y terminará cansado de él y le dejarán de lado.
Estos niños, tienen a interpretar la realidad de manera equivocada. Malinterpretan comentarios, miradas e incluso acciones del día a día, pensando que todo el mundo va contra ellos. Por ejemplo, jugando al “pilla pilla”, lo normal es que más de una vez se caigan. Un niño con baja autoestima puede pensar que no ha sido un accidente, sino que querían tirarlo al suelo queriendo.
Están en un estado de alarma constante, que genera ansiedad y como consecuencia una irritabilidad que se incrementa a medida que el día avanza.
Esta inseguridad en sí mismo hace que busquen la aprobación de los demás, es más importante que los otros me acepten cueste lo que cueste, a que “yo” me sienta bien. Eso hace que muchas veces hagan cosas que no quieren e incluso no les guste, única y exclusivamente para ser aceptado.
Esto hace que en grupo no den su opinión, estén callados y únicamente sigan la corriente del grupo. Mientras menos hable, mientras menos opine menos resalto y más fácil es ser aceptado. Pues creen que no tienen nada interesante que decir.
Incluso se puede dar, que si ellos mismo no se valoran, no creen que se merecen nada bueno, es más, creen que las cosas malas que le suceden se lo merece, pueden aceptar y justificar insultos o agresiones físicas de otras personas.
Todo esto, genera en el niño un sentimiento de tristeza que inunda su vida, que puede llegar al aislamiento.
¿Qué podéis los padres hacer para reforzar la autoestima de vuestros hijos?
- Si vuestro hijo comete un error, centraos en la conducta, no en la persona. Es decir, si se le cae la sopa comiendo, no le digáis “que torpe eres” sino, “mira la cuchara al comer”.
- Valorad siempre el esfuerzo frente a los resultados. No siempre van a conseguir todo lo que se propongan, pero al menos que sepan que ese esfuerzo ha merecido la pena, porque, aunque una vez no lo haya conseguido, no significa que el siguiente intento no vaya a ser la buena.
- Dad autonomía a vuestros hijos, que asuman responsabilidades (dentro de su edad). Muchas veces los padres pensáis que al sobreproteger a vuestros hijos estáis ayudándoles, pero es justamente lo contrario, estáis metiendo a vuestro hijo en una urna de cristal que es muy frágil y que en cualquier momento se puede romper.
- Hay que dejar que vuestros hijos exploren, que se equivoquen, que vean que equivocarse no tiene nada de malo, que se puede volver a intentar o dar solución al error.
- No comparéis a los hermanos o a vuestros hijos con otros niños. Cada niño es distinto y por tanto van a un ritmo distinto, las comparaciones hacen mucho daño.
- Por último y más importante, es el amor incondicional. El amor no se gana, vuestros hijos no se tienen que ganar el amor vuestro y eso lo tienen que sentir y vivir.